sábado, 22 de septiembre de 2007

TALLER MENSAJE DOMUND 2007


























En horas de la mañana del presente dia....

domingo, 16 de septiembre de 2007

TU PRIMER ANIVERSARIO: TE DEDICAMOS EL SALMO 109



Pero todo lo que este salmo puede decir a un sacerdote, y lo que concretamente evoca, va muchísimo más allá de todo lo que nos puede hacer ver un análisis simplemente literario o bíblico-teológico en abstracto. Y no encuentro palabras mejores que la que a continuación transcribo, para describir exactamente la “sensación espiritual” que este salmo me remite hacia mi amigo:

“Este es mi salmo, Señor, con el cual pido tu bendición especial para mí amigo, tu recordatorio del día en que sus manos fueron ungidas con óleo sagrado para que pudiera bendecir a los hombres en tu nombre. Tu promesa, tu elección, tu consagración. Tu palabra empeñada por el en prenda sagrada de tu compromiso eterno: «El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec». Desde aquel día, el mismo nombre de «Melquisedec» ha de sonar como un acorde en sus oídos. Su misterioso aparecer, su sacerdocio real, su ofrenda de pan y vino y su poder de bendecir al mismísimo Abrahán, en quien son benditos todos los que creen. De él viene su linaje sagrado, el pan y el vino que sus manos reparten, y el derecho y la autoridad de bendecir en tu nombre a todos los hombres y mujeres, grandes y pequeños. Su árbol de familia tiene hondas raíces bíblicas.Su sacerdocio es tan misterioso como el personaje de Melquisedec. Nunca se ha de llegar a agotar el fondo de su significado. Miro sus manos y me asombro de cómo pueden perdonar pecados, bendecir a los niños y hacer bajar el cielo a los altares de la tierra. ¿Cómo puede la pequeñez de su ser albergar la majestad de tu presencia?¿Cómo puede su debilidad responder a la confianza que has puesto en él? ¿Cómo puede perseverar frente a peligros que amenazan su integridad y minan sus convicciones?La respuesta es tu palabra, tu promesa, tu juramento. Has jurado, y dices que no te arrepentirás. No cambiarás tus planes sobre él. No lo despedirás. No permitirás que tampoco rompa por su parte el vínculo sagrado. Queremos Señor, que tu juramento permanezca firme, para que la firmeza de tu palabra afiance la movilidad de su corazón. Confiamos en ti, Señor. Confiamos en la confianza que tienes en él. Que no te arrepientas jamás de haberlo ungido, Señor. Y que mi amigo tampoco se arrepienta.Que tu palabra sagrada lo acompañe todos los días de su vida: «Eres sacerdote para siempre»”(5).Llevándonos a todos en su corazón, con gran amor y no menos nostalgia, encomendando al Señor cada una de las personas que ha encontrado en el camino a lo largo de sus años de formación y en especial de este año de consagración.